domingo, 29 de abril de 2018

Día 12. 18 de abril El Chaltén. Laguna Torre

Suena el despertador cuando aún es de noche.
Nuestra idea es salir con las primeras luces, porque la marcha a la laguna Torre es de 9 km y 3 horas, y otras tantas para volver, según dicen las guías. Pero como nosotros somos maduros y hará viento seguro que tardamos más.
Mientras desayunamos nos dicen que se ha pasado toda la noche lloviendo.
¿Lloviendo? Si hoy hacía viento.
Compramos unas galletas y unas empanadas en una panadería y allá que vamos hacia el inicio de nuestra gloriosa ruta.
La verdad es que se ve muy poco y hace bastante malo, pero al menos no hay el ventarrón de ayer.
Empezamos a subir hacia el camino cuando va amaneciendo. Llueve un poquillo, pero vamos pertrechados, y la mochila con su fundita.
La primera cosa chula es la cascada Margarita, cuya tocaya posa con alegría delante


La cascada es bien bonita, pero la lluvia empieza a ser bastante molesta ya.

Seguimos para arriba entre un bosque otoñal bien bonito. En esta zona del mundo hay tres árboles sobre todo: El ñire y la lenga, de hoja caduca, y el coihue, de hoja perenne. Las lengas era lo que cortaban los presos en Ushuaia, ya que su madera es más dura y los árboles más altos.
Vamos meditando todo esto mientras continúa la cuesta arriba hacia la laguna Torre. El desnivel es solo de unos 300 m, pero está concentrado al principio.
Río Fitz-Roy



El río Fitz-Roy siempre nos acompaña a la izquierda. Por cierto, que el tal Fitz-Roy era el capitán del barco Beagle, en el que Darwin viajó alrededor del mundo para demostrar su teoría de la evolución. Por esta zona tiene monte y río.



Mirador cerro Torre












Llegamos a un alto que es el mirador  del cerro Torre. Nos paramos a mirar pero no se ven más que nubes.
Apuntamos en nuestro cuaderno de ruta qué demonios hay que hacer cuando desde un mirador no puedes mirar.
Sigue lloviendo.
El camino, que está muy bien señalizado, marca los kilómetros que vas andando, para darte ánimos o para quitártelos.
En nuestro caso nos los da, ya llevamos 3 de 9.
Muy de vez en cuando nos encontramos con otros caminantes, que en general van más deprisa que nosotros, pero a los que probablemente doblamos en edad, lo que no deja de ser una satisfacción (no nos doblan en velocidad, jeje).
Hay una zona de praderas que se está llenando de charcos, por lo que en vez de seguir el camino hay que zigzaguear. O sea, más recorrido.
Y sigue lloviendo.


Los colores cada vez son más rojos y bonitos, pero tiramos para alante con decisión porque nos apetece llegar al campamento Agostini, al lado de la laguna, para parar un poco a resguardo y comernos lo que hemos comprado.

Por ahora nos vamos mojando bastante, pero los pies aguantan, que es lo importante.












El paisaje cambia y nos metemos en un bosque de lengas, altas y esbeltas. Y además nos acercamos al nivel del río, que nos trae un poco más de agua de la que ya tenemos encima


 Estamos ya por el km 7 más o menos, y los charcos cada vez son más grandes.
Yo me he quitado las gafas porque estoy hasta el moño de limpiar gotas cada dos x tres

Pero la cercanía al destino nos da alas, y en poco tiempo vemos las piedras que delimitan la laguna.

Hay que treparlas para ver la laguna.

Y por fin la vemos.













¡¡Misión cumplida!!
Bonita como ella sola, pese al agua, pese a las nubes.

Tiene sus témpanos flotando, porque al otro lado desemboca un glaciar, el glaciar Torre.

Hay algunas personas que se sientan en las piedras mojadas para ver la laguna. A nosotros solo nos apetece ir al campamento Agostini a tomar el bocata.

Nos bajamos con gran pesar para ir al campamento.
Para hacerse una idea, esta es la laguna Torre un día claro. 
Un poco diferente, ¿verdad?



Cuando llegamos al campamento Agostini, que está al lado, vemos que solo son unas tiendas de campaña en un bosquecillo, y un "sanitario" tipo cabina rudimentaria.

En efecto, nos sentimos como José Luis López Vázquez.

Y ahora que hacemos? Pues volvernos, que remedio.
La ida han sido 3 horas y cuarto, muy bien, somos unos tíos grandes.
Hacemos la última foto arriba, guardamos todo bien (ya casi da igual, se está empapando todo, y a bajar.
Última foto arriba
Bajamos en silencio, comiendo galletas, rumiando nuestra desgracia.
Antes los pies estaban secos, ya no.
Paramos un momentín en un tronco para comernos una empanada y mirarnos sin decir nada.
Y sigue lloviendo.
La única alegría de la vuelta nos la da una pareja de carpinteros de cabeza roja que se posan a nuestro lado.
Se parecen mucho al Pájaro Loco, y cantan como el.
Pero vamos, que ni para sacar la cámara tenemos ganas.
Los charcos de la ida ahora son lagunitas, el zig-zag se hace pesado. Terminamos pisándolos.
Unas 3 horas y cuarto después, llegamos al cartel de inicio del camino.
Se me destiñe hasta la cara
Caminamos lo que nos queda hasta el hotel como zombies, andando sobre charcos dentro de las botas, y con toda la ropa totalmente pegada al cuerpo. Al llegar dejamos un reguero en el parquet que pa qué.
Es difícil quitarse la ropa empapada. lo hacemos con espátula.
Los abrigos pesan un quintal, cada capa de ropa se tarda en quitar un rato.
En la ducha calentita que nos damos, toda la piel se pone de gallina. Es como un escalofrío gigante.
Y una vez secos...¿ Qué hacemos con la ropa? Mañana nos vamos de aquí a las 7:30
Los abrigos no se secan ni de coña en ese tiempo, los pantalones tampoco. Y no digamos el calzado.
Pedimos usar la secadora del hotel. Nos dejan si pagamos. Que remedio.
- No se preocupen, en 1 hora los abrigos y demás ropa estarán secos.
- Bueno, ponemos 1 hora más.
- Ejem, parece que si que estaban mojados. Otro rato más.
Daríamos algo por ir a la Vinería a por una pinta a curar heridas, pero sin abrigo...
Y sigue lloviendo fuera.
Finalmente decidimos tomarnos la birra en el hotel y cenar también. La habitación está como un inmenso tendedero, y también los radiadores de los pasillos comunes.
Guiso de lentejas

Locro

Vino de Malbec
Nos zampamos un locro y un guiso de lentejas que están bien buenos, con el que será nuestro último Malbec.
Nos vamos a la cama. ¿Felices? Mucho. Somos unos campeones, y lo cantamos en gayumbos, como Freddy Mercury. Lo demás está mojado
Si no se entiende la montaña como un reto es difícil disfrutarla mucho. Y hoy hemos conseguido una gesta, contra viento y marea.
Viento? Poca cosa. Hoy ganó por goleada el dios de la lluvia

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