jueves, 10 de mayo de 2018

Día 3. 9 de abril Buenos Aires-Iguazú

Nos viene a buscar el mismo chofer que nos trajo de Ezeiza el sábado, esta vez sin susto de retraso.
Como vamos a coger un vuelo interno, el aeropuerto es diferente. De hecho, no se llama aeropuerto, se llama Aeroparque Jorge Newbery.
Y tiene una inesperada ventaja, está pegadito al Mar del Plata.
O sea, que lo que no vimos ayer, lo veremos hoy
Marga tan feliz al lado del Mar del Plata
Nos cuenta el chofer que la presidenta innombrable mandó desmontar la estatua que se ve al fondo de la foto por genocida, para que luego su sucesor la volviera a poner. Un tal Cristóbal Colón, el de la estatua.

Tras una breve espera, como molan estos aeropuertos pequeños, entramos en el avión y en el viaje nos deleitamos con la crónica del concierto de Enrique Iglesias la víspera.


Viajamos hacia el norte, para ver una de las mayores maravillas naturales del mundo, y se nos va haciendo el culillo pepsi-cola pensándolo.
Río de la Plata desde el avión

Sospechosa nube al llegar a Iguazú
Lo primero que asombra al llegar al aeropuerto de Iguazú es la enorme cantidad de mariposas que hay.
Vas en tu omnibus o minivan hacia el hotel y no ves más que lepidópteros de todos los colores volando alrededor.
Llegamos al hotel pronto y la habitación no está disponible. Con las ganas que dan de ponerse el bañata y sumergirse en la piscina!!. Resignados, nos pedimos unas Quilmes y una picada, que es una burrada de cosas mediocres juntas.

Bueno, que por fin vamos a la habitación, casi sin tiempo, que a las 14 h nos vamos a ver las cataratas desde Brasil!!

Nos recogen en un minivan de esos otra vez, y cruzamos la frontera, que es el propio río Iguazú.
En Brasil parece todo igual, menos que hablan portugués, claro.
El parque natural es el más grande del país, y parece que hay incluso jaguares.
Pero venga, vamos, tanto trámite y tanta gaita, que nos van a cerrar las cataratas!!.
Desde Brasil se ven las cataratas de frente, mientras que desde Argentina casi te sumerges en ellas (o sin casi).
Y por fin llega el momento. En serio, no te puedes creer lo que ves. Las cataratas al principio se llamaban Santa María, porque es lo que exclamó el primer explorador español que apareció por allí.
Nosotros teníamos los ojos mojados, pero no se si era solo por el agua de las cascadas.





Al fondo la garganta del diablo, delante Pedro Botero




Demasiadas fotos, verdad?.
Pues esperad a las del día siguiente desde Argentina.
El paseo es de 1.5 km, pero puedes tardar horas en hacerlo. Mires donde mires hay un chorro de agua, a cual más bonito.
Cada caida tiene un nombre: Tres Mosqueteros, Adán y Eva, Dos Hermanos..., y el más espectacular, la garganta del Diablo
En total son 270, algunos de 80 m de altura.
Y tenían mucha agua, tuvimos mucha suerte.
Además de las cataratas, te solían acompañar los miles de mariposas que decía antes y los graciosos y capulletes coatíes, que aprovechan sus encantos para mangarte la comida.
De paso aprovechamos para hacerle publicidad al nuevo libro de nuestro amigo Ismael, para que su book tuviera un buen book de fotos también.
 A regañadientes toca volver. Ya solo por ver esto merece la pena recorrer 10.000 km.
Pero habrá más...

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