lunes, 7 de mayo de 2018

Día 6. 12 de abril Ushuaia

Comienza nuestro primer día en la ciudad más al sur del mundo.
Esta vez nos recoge un autobús con todas las de la ley, y viendo el personal que ya está sentado, nos damos cuenta de que va a ser nuestro día geriátrico.
Supongo que hay que irse acostumbrando a lo que nos viene por delante.
Nuestra primera parada es para coger el tren del fin del mundo (aquí todo es del fin del mundo, como podreis ver). Ushuaia, como otros sitios recónditos, se usó como prisión de delincuentes reincidentes, a los que se traía aqui para que penaran el doble de lo normal. Y este tren se empleaba para llevarles al monte a talar árboles. Ahora es un entretenimiento turístico.















Un revisor nos abre nuestro compartimento y te sientes como en el Orient Express.
Pero vuelve al cabo de un poco y nos dice, muy amablemente:
- Disculpen, ¿les importa cambiarse al vagón anterior?
- ?????
- Es que este vagón (estábamos solos hasta el momento) va a ser ocupado por ciudadanos chinos, y se lo digo por su salud mental.
Fiándonos de su predicción nos vamos al lugar que nos indica, donde nos acomodamos con una más que jubilada pareja de argentinos, que nos reciben con alborozo.
El, de hecho, nos cuenta un chiste (cuento le llaman ellos) de argentinos y gallegos (españoles) que nos causa un poco de desazón, pero sonreimos educadamente.
El tren avanza por bellos paisajes y hace una parada de 10 minutos, en la que puedes subir a ver una pequeña cascada. Pasado el tiempo pita y bajas para seguir ruta


Lo cierto es que no acaba de arrancar, y en nuestro vagón vecino de ciudadanos orientales hay bastante alboroto, que se transmite a acomodadores y personal. Carreras por el andén, exclamaciones, nuevos pitidos, gritos.
Aparece en lontananza otro tren y tiene que meterse en una vía auxiliar.
Hasta que finalmente se presenta el fotógrafo empedernido, sordo para más señas, y chino, que probablemente pensaba que los pitidos eran de regocijo por su ausencia.
Arrancamos de nuevo media hora después y ya no habrá más paradas, de las otras dos previstas.
我很恼火。

Cuando finalmente llegamos a la estación destino, agarramos la mochila para darnos nuestra primera marchita por paisajes asombrosos. 
Pero no!! Hay que coger el bus otra vez e ir a no se donde. 
 我很恼火。 !!
Podeis ver los tocones de los árboles cortados por los presos

Por fin llegamos a un sitio para parar.
Un lago asombroso que se llama Acigami, y que podría servir perfectamente de fondo de pantalla de cualquier ordenador.
La parada es de ... 5 minutos, para hacer fotos y ya. La mitad del autobús ni se baja, por el reuma.




Cogiendo carrerilla para no perder el bus


 Volvemos al dichoso autobús y esta vez nos lleva a un edificio donde la parada es de ...  30 minutos!! ¿Por qué? Porque hay sanitarios, como se llaman alli. Ahora si que no se queda nadie en el bus.


Marga y yo aprovechamos para sacar nuestros bocatas y largarnos en dirección contraria a disfrutar del tremendo paisaje que se ve, hacer fotos y pis en los troncos, que es donde se hace en el campo, coño!!

 La media hora pasa rápida y volvemos otra vez al autobús para ir a bahía La Pataia, el final de la famosa ruta 3 argentina.
Esa ruta nace en Buenos Aires y acaba en esta Bahía, tras casi 3100 km.
En realidad empalma con la famosa Panamericana, por la que en teoría podrías llegar hasta Alaska. 
No es realmente nuestra intención, más que nada porque con este bus habría que parar cada 30 minutos para ir al baño, y se haría largo de narices.


Y tras otro super paseo de 10 minutos, en donde el sitio realmente merecía la pena, volvemos a nuestro amigo el pullman y regresamos ya del todo a Ushuaia.
En total hemos estado andando 40 minutos de las 4 horas que llevamos en el Parque Nacional.
Tenemos solo 1 hora y poco para comer, porque por la tarde nos vamos de navegación por el canal de Beagle. Nuestra Lonely Planet nos lleva al sitio más bonito de Ushuaia, con una comida estupenda: El María Lola Restó. Esto es lo que veíamos mientras comíamos
La navegación en catamarán nos compensa con creces la mañana autobusera. Hace un frío de narices cada vez que sales a cubierta, pero el mar, las montañas que nos rodean, y los animales lo hacen inolvidable.

 Y el faro del fin del mundo, como no. Es un faro pequeñito, de 11 m de altura, pero que tiene un encanto muy particular. Está en un islote, y tuvo un famoso naufragio, el del barco Monte Cervantes, en enero de 1930.
Se maneja de forma automática

Al volver vimos alguna ballena austral, que en esta foto se ve levemente, y disfrutamos de un atardecer espectacular




Por la noche nos fuimos al Almacén Ramos Generales a cenar. El sitio más pintoresco de Ushuaia seguro.
Nos tomamos unos paninis con un pingüinito, que es un litro de cerveza en una jarra cerámica, que la mantiene bien fría. No estaba ni Perry en el sitio. cuando en Madrid o cualquier capital un lugar tan especial estaría petadísimo. Cosas de tener un local en el fin del mundo.
Pingüinito
Mañana nos vamos de excursión en 16 (4x4). Aver si nos podemos andar unos kilometrillos por este precioso paisaje.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Día 14. Vienna (VA) 29-7-2022

 Hoy escribo yo esta entrada, aunque no me tocaba. Pero la persona designada se declara incapaz, así que, para no dejarlo ya más tiempo, me ...