viernes, 18 de mayo de 2018

Los prolegómenos de un viaje

Seguramente todos tenemos algún lugar al que soñamos ir, y que cada vez que vuelve a aparecer en algún sitio nos hace suspirar de deseo.
En mi caso ese sitio era Argentina, y su naturaleza única en el mundo. Casi toda relacionada con el agua, en todos sus estados físicos.
El germen, estaba ahí, dormidito, hasta que de repente las cosas empiezan a ponerse de cara:
- Vendemos un piso en Madrid y aparece un dinerito aceptable.
- Nuestro hijo Luis se convierte en azafato casi de la noche a la mañana, con las ventajas de cara a billetes que tiene esa situación (y lo lejos que se va el).
- Llega una foto del pico Fitz-Roy a mi facebook
Evidentemente la razón definitiva para lanzarse a la piscina fue la última.
Asi que, una vez decidido el disparate, hay que ponerse manos a la obra.
Buscar fechas, organizar los viajes internos, los alojamientos, los transfers... esas minucias, que muchas veces son casi tan divertidas como el propio viaje en sí.
Me voy a la librería de mi primo, que vende guías de viaje de todo el mundo, para hacerme con la Lonely Planet de Argentina. Esas guías es que aciertan siempre
Y finalmente encontrar una agencia o algo que te pueda organizar las cosas desde allí, preferiblemente. Más que nada porque no hay demasiado tiempo para hacerlo todo desde España.
Para eso descubro la agencia Fuera de Ruta por pura casualidad, y leyendo las opiniones da la sensación de que son muy de fiar. Y además bastante competitivos respecto a agencias tradicionales.
Pues bueno, a escribirles un correo, a negociar propuestas, a cuadrar fechas. Hicieron muy buena labor, que demonios. Muy agradecidos a Juan Villamil, que volverá a salir en esta crónica.
Y luego Marga, la mejor compañera de viaje que se puede uno echar. Siempre complaciente, alucina un poco al principio, porque todo va saliendo a solo un mes vista de la fecha de salida. Pero sabe que es un sueño, y los sueños profundos, en fase REM, no conviene frustrarlos por la salud mental del (bello?) durmiente.
Con todo más o menos hilado, como un huevo, se lo decimos a nuestro hijos, que protestan por no ir, claro. Pero hemos cogido unos días de abril que les vienen muy mal. Seguro que para sus adentros cantan un poco esto.
Y tras rascarse el bolsillo (bastante), ver la situación de los vuelos para billetes standby (ya hablaremos de esto más adelante) y comprobar que para la ida sin problemas y para la vuelta...ya veremos.
Lo importante es ir, ¡que demonios! Ya volveremos si procede.
Se lo contamos a los más íntimos, sabiendo que generamos toneladas de envidia.
Y nos mentalizamos, que no es nada fácil. Es irte a 12000 km de distancia, a otra estación del año, cuando casi nadie se va de vacaciones. Parecemos ricachones de esos que lo heredan todo y viven de las rentas.
Pasa la Semana Santa, el día se acerca.
Nos vamos, comienza la aventura!!



jueves, 17 de mayo de 2018

Día 1. 7 de Abril. Madrid-Buenos Aires

El viernes 6 nos cogemos las maletas, que ya van a presión, la perra y el coche, y a dormir a Madrid.
Rym se quedará con nuestras hijas, el coche en el parking del aeropuerto. Sale mucho más rentable que dejar a la chuchi 15 días en una residencia canina, y ella estará mucho más a gusto en la casa.
Lo que entonces no sabíamos es que si la perra se llega a quedar en Burgos, se hubiese encontrado un par de días después con un panorama como este.
Y por fin llega el día D. Nos plantamos en la T4 para coger el avión. Hoy va a ser un día de 29 horas, por la diferencia horaria con Buenos Aires, de las que 13 serán en el avión. Planazo.
La cola en el mostrador de facturación es considerable, a dar vueltas entre las dichosas cintitas.
Mientras giramos, en una de las revueltas nos encontramos con una cara conocida, probablemente el mejor músico burgalés del momento: D. Diego Galaz
El no nos conoce, pero nosotros si, y como estamos con cierta euforia, le abordamos. Sorprendido al principio, muy amable al final, nos cuenta que se va a Mexico, pero se le iluminan los ojos cuando le decimos que vamos a Buenos Aires. Nos recomienda un restaurante en San Telmo: El Desnivel, del que tomamos nota mental.
Y ya por fin soltamos las maletas y nos quedamos con nuestra mochila, que será compañera inseparable estos días.


Como entramos en el avión por donde no debemos, nos paseamos por la clase business, vaya lujo, oiga.
Y por allí que está otro personaje conocido, Juan Rosell, presidente de la CEOE. Claro, si M. Rajoy va a Buenos Aires el lunes!! Alguno ya aprovecha el tiempo, con mujer e hijo. Le preguntamos por sus impuestos y nos vamos corriendo a nuestro sitio.
13 horitas en este sillón, en fin. Al menos hay pelis, y música, y juegos. Dios, se me han olvidado los auriculares!!.
Despega muy puntual y avanzamos por el espacio a 11.000 m y 900 km/h
Entre peli y peli, cabezadita y comistrajos que te traen, hay cosas que nos recuerdan a los que hemos dejado atrás, y que echaremos de menos seguro estos días
Y por fin, 5 horas antes de la hora que debería ser, llegamos a Buenos Aires. Que alivio!!
Tras pasar los trámites aduaneras (más giros entre cintas), nos ponen nuestro primer sellito en el pasaporte y nos hacen una foto que no sabemos cuando nos mandarán, ni como, salimos a la zona de arribos del aeropuerto de Ezeiza. Allí hay varios con carteles con nombres, pero ninguno parece el nuestro.
Ostras, que peligro, ¿que hacemos? Se nos acerca uno que tiene un cartel con 6 o 7 nombres, y que es el enterado del grupo.
- Que voucher tienen ustedes?
Voucher es una palabra que se repetirá mucho estos días, ya vereis.
- No se, de Fuera de Ruta.
- Eso no vale, digo la agencia local.
- Buf, ni flowers, oiga. tenga todos estos papelotes y usted sabrá.
- Ah, ya, son Fetur. Estos se ponen alli al fondo, pero no los he visto desde hace bastante.
- Pues que buen inicio.
Sudando como pollos, entre los nervios y el calorón porteño, mandamos un whatsapp a Juan Villamil. No answer, son las 9 de la noche de un sábado, normal.
Por fin, cuando estamos al borde del KO, aparece un hombre mayor con el nombre garabateado en un papelote cuadriculado. ¡¡Ya era hora, hombre!! Ni se inmuta. Le seguimos hasta una fregoneta tipo kangoo donde metemos las maletas y nos sentamos ya bastante más tranquilos.
- Hotel Dazzler Maipú, no?
- Si, ese, cuanto se tarda?
- Buf, depende del tráfico. Aqui en Buenos Aires la gente conduce muy mal. Ven?, Yo voy a 80 por el carril izquierdo, que es la velocidad máxima permitida, y la gente me pita porque quiere adelantarme!!
- Claro, claro
- Y menos mal que no es hora pico.
(¿Habrá hora pala?)
En los casi 60 minutos que tardamos en llegar al hotel vemos 3 accidentes, alguno con un coche quemado y con las ruedas para arriba. Glub.
Bueno, llegamos al hotel más tarde de las 10 (que son las 3 de la mañana en Madrid, no olvidarse), y nos vamos a dar una vuelta, para acostarnos a hora local. Está todo oscuro y no hay casi nadie, pero llegamos hasta la plaza de Mayo y nos volvemos.
A dormir!!




martes, 15 de mayo de 2018

Día 2. 8 de abril. Buenos Aires



Sobre las 7 de la mañana amanece en Buenos Aires. Nosotros amanecimos bastante antes, porque el body seguía estando en España.
Pero bueno, hoy tenemos visita organizada a la ciudad, y nos vienen a recoger pronto.
Así que a desayunar y a esperar. Poco, porque enseguida llega nuestra guía.
Vamos en un minivan (allí llaman Colectivos a los autobuses) y somos los primeros a los que recogen. Luego entrará más gente en una gira por hoteles que se hace bastante interminable.
Empezamos ya la visita, y nos vamos a Recoletas.
Alli hay un cementerio de celebrities, la mayor Evita Perón, a la que aún adoran por alli. Esta todo lleno de imágenes suyas, una enorme en un edificio de la avenida 9 de julio
La primera bajada del minivan es para ver un floripondio metálico, y nos advierten que controlemos que hay muchos manguis. El parque está bien, y como es pronto los rateros deben estar sobando.
También hay árboles en flor, aunque es otoño. No se que pretende esa planta, ¿dar fruto en invierno?
Bueno, nos volvemos al bus y a ver más cosas. Palermo, el hotel donde van las autoridades extranjeras (¿Rajoy dormirá ahí mañana?), y la segunda parada es en la plaza de Mayo, que está toda en obras y no se puede ver nada. Nos bajamos para ver la casa Rosada de medio lado, la catedral y un reloj de campana que da las horas a martillazos de dos forzudos, pero de pega

  
La cosa empieza a ponerse mejor cuando nos vamos a La Boca, y como no a visitar La Bombonera. Todo sigue siendo muy contrarreloj, pero ya que está ahí no vas a dejar de ver un estadio tan mítico.
Nos hacemos la foto de rigor, le compramos una camiseta del Boca Juniors al Luisete y nos vamos a Caminito.
Eso si que mola de verdad, aunque hay que apartar a los turistas a codazos.
Marga se lanza y me canta el tango al oido, mientras vemos sus casas de colorines y sus locales típicos

Luego nos volvemos a subir al miniese y la guía propone que cantemos Caminito todos a coro, con un éxito relativo. Yo, como buen bocazas, digo que Marga se lo sabe y ella, con dos bemoles, lo canta a través del micrófono con gran asombro de todos los argentinos que había allí (la mayoría)
Sonaba muy parecido a esto, lo juro por Arturo. La que estaba sentada en el asiento de al lado decía que había sonado "arrabalero", toma ya.
Luego nos fuimos a Puerto Madero, que es donde crece la ciudad en plan VIP, y terminamos en el mercado de San Telmo, que como era domingo estaba hasta las trancas.
Ese mercado es como el Rastro, pero en plan porteño. Lo disfrutamos un montón.




Y a los tres pasos, ¿Que encontramos? El Desnivel, el restaurante recomendado por Diego Galaz.
Pues ni cortos ni perezosos alli nos tomamos nuestro primer bife de chorizo, que probablemente fue el mejor de todos
Tras la opípara comida continuamos la visita al mercado con emociones mezcladas, pero básicamente muy felices. Había que ver el Mar del Plata.
El problema es que el Mar del Plata está muy lejos, y antes de llegar hay que pasar muchos obstáculos, entre ellos una reserva natural encharcada. O sea que anduvimos, anduvimos, anduvimos y nada.
Cuando ya parecía que estábamos, una valla, o una propiedad privada, o un charco.
Puerrto Madero
Bicho de la reserva encharcada

En resumen, un buen entrenamiento para los días venideros, pero ni mar, ni plata, ni nada.

Volvimos al hotel un poco apesadumbrados y cansados, y nos tomamos un estupendo café en las Galerías Pacífico, un lugar igual de odioso que cualquier mall, pero en plan carete.
O sea, que huimos para cenar, decubriendo que en el bar de la esquina tenían rabas!! Que barbaridad, ni que estuviéramos en Santander.
Las engullimos de buena gana, nos compramos una crema protectora para el sol para lo que venía después y bien prontito nos fuimos al hotel, que al día siguiente cogíamos nuestro primer avión interno.
Y eso si, nos quedamos con ganas de ver un espectáculo de tangos, que nos apetecía un montón. pero entre sus prohibitivos precios y que debían estar todos los Juan Rosells del mundo allí, no había sitio en ninguno.
Otra vez será, El Querandí

jueves, 10 de mayo de 2018

Día 3. 9 de abril Buenos Aires-Iguazú

Nos viene a buscar el mismo chofer que nos trajo de Ezeiza el sábado, esta vez sin susto de retraso.
Como vamos a coger un vuelo interno, el aeropuerto es diferente. De hecho, no se llama aeropuerto, se llama Aeroparque Jorge Newbery.
Y tiene una inesperada ventaja, está pegadito al Mar del Plata.
O sea, que lo que no vimos ayer, lo veremos hoy
Marga tan feliz al lado del Mar del Plata
Nos cuenta el chofer que la presidenta innombrable mandó desmontar la estatua que se ve al fondo de la foto por genocida, para que luego su sucesor la volviera a poner. Un tal Cristóbal Colón, el de la estatua.

Tras una breve espera, como molan estos aeropuertos pequeños, entramos en el avión y en el viaje nos deleitamos con la crónica del concierto de Enrique Iglesias la víspera.


Viajamos hacia el norte, para ver una de las mayores maravillas naturales del mundo, y se nos va haciendo el culillo pepsi-cola pensándolo.
Río de la Plata desde el avión

Sospechosa nube al llegar a Iguazú
Lo primero que asombra al llegar al aeropuerto de Iguazú es la enorme cantidad de mariposas que hay.
Vas en tu omnibus o minivan hacia el hotel y no ves más que lepidópteros de todos los colores volando alrededor.
Llegamos al hotel pronto y la habitación no está disponible. Con las ganas que dan de ponerse el bañata y sumergirse en la piscina!!. Resignados, nos pedimos unas Quilmes y una picada, que es una burrada de cosas mediocres juntas.

Bueno, que por fin vamos a la habitación, casi sin tiempo, que a las 14 h nos vamos a ver las cataratas desde Brasil!!

Nos recogen en un minivan de esos otra vez, y cruzamos la frontera, que es el propio río Iguazú.
En Brasil parece todo igual, menos que hablan portugués, claro.
El parque natural es el más grande del país, y parece que hay incluso jaguares.
Pero venga, vamos, tanto trámite y tanta gaita, que nos van a cerrar las cataratas!!.
Desde Brasil se ven las cataratas de frente, mientras que desde Argentina casi te sumerges en ellas (o sin casi).
Y por fin llega el momento. En serio, no te puedes creer lo que ves. Las cataratas al principio se llamaban Santa María, porque es lo que exclamó el primer explorador español que apareció por allí.
Nosotros teníamos los ojos mojados, pero no se si era solo por el agua de las cascadas.





Al fondo la garganta del diablo, delante Pedro Botero




Demasiadas fotos, verdad?.
Pues esperad a las del día siguiente desde Argentina.
El paseo es de 1.5 km, pero puedes tardar horas en hacerlo. Mires donde mires hay un chorro de agua, a cual más bonito.
Cada caida tiene un nombre: Tres Mosqueteros, Adán y Eva, Dos Hermanos..., y el más espectacular, la garganta del Diablo
En total son 270, algunos de 80 m de altura.
Y tenían mucha agua, tuvimos mucha suerte.
Además de las cataratas, te solían acompañar los miles de mariposas que decía antes y los graciosos y capulletes coatíes, que aprovechan sus encantos para mangarte la comida.
De paso aprovechamos para hacerle publicidad al nuevo libro de nuestro amigo Ismael, para que su book tuviera un buen book de fotos también.
 A regañadientes toca volver. Ya solo por ver esto merece la pena recorrer 10.000 km.
Pero habrá más...

miércoles, 9 de mayo de 2018

Día 4. 10 de abril Iguazú

Dormimos en una cabaña escuchando los ruidos de la selva, básicamente insectos.
No ha venido a visitarnos nadie de la fauna molona del lugar, ni un jaguar, ni un tapir, ni una capibara. Ni siquiera un condenado mono.
Hoy, aunque aún no lo sabemos, va a ser el día de Nelson Ledesma, nuestro futuro guía de Iguazu, lado argentino.
Nos recogen en un... (póngase el vehículo de siempre) y allá vamos. Hoy somos muchos, y hay gente de todos lados: Costa Rica, Ecuador, Brasil... y Argentina, claro.
Y el guía, con su termo de mate y su paraguas rojo y blanco, se llama Nelson Ledesma.
En el lado argentino de las cataratas hay muchas cosas que hacer. Demasiadas para un solo día.
Empiezas viajando en tren para ver la garganta del diablo desde encima

Nelson mientras tanto nos va diciendo donde ponernos para coger el mejor sitio, arrea un poco a los lentos, se mete con otros. El puto amo.
Antes de llegar a la garganta hay que hacer un recorrido por pasarelas sobre el río, con islas pequeñas. Han hecho una obra que no veas, y más de una vez las crecidas se las han llevado por delante.
En el paseito, que haces expectante de lo que te vas a encontrar, puedes ver muchos animalitos, como mariposas, evidentemente, cormoranes, tortugas, bagres, que son peces enormes, cotes (rapaces negras) y otros animalillos que no vimos. Y el río, que se divide en mil ramales.
 





Y cuando llegas a la explosión infinita de agua que es la garganta del diablo te quedas sin habla, te mojas mucho y eres feliz de vivir.
 





Es que no se que más decir







Bueno, que me embobo, y toca coger el tren para volver y ver el resto de las cataratas, desde el circuito superior y el inferior.
Y nuestro bautizo de agua!!
Nelson, que ya nos ha calado bastante, baja con nosotros en el tren. Como nos hemos pillado una birra para combatir los calores, nos mira muy serio y dice:
- Aqui no se puede beber!!
Me atraganto de la impresión y el pavo se descojona el resto del viaje. Pero ya nos hemos hecho amigos.
Como a partir de ahí hay gente que tiene unas actividades y gente que tiene otras, la logística se complica. Por eso Nelson lo tiene claro. Se queda con una parte y:
- Martínez, cuídeme del grupo!!
- A la orden!!


 Y nos vamos a ver las cataratas desde dentro, una experiencia también inolvidable.


Es que es una burrada total

Hacer un selfie con  una cámara normal es muy difícil












Tratamos de comer en un sitio refrigerado, aunque sea de pie. Fuera hay una legión de coatíes a la caza del turista incauto.
Es más, cuando salimos, ya con la comida en la buchaca, vemos episodios de los más curiosos.
Uno de ellos lo inmortalizamos en una foto, donde una turista trata de explicarle al coatí que la comida es para ella, que se esté tranquilo.
El la mira mientras busca cualquier descuido para zampárselo
Llega la hora de nuestro bautismo cataratero. Nelson nos desea:
- Buena ducha, Martínez !
Tras unos km en un 4x4 por un camino selvático, llegamos al embarcadero, donde te dan una bolsa impermeable para meter tus pertenencias, y te meten en una lancha que zumba que no veas.
En nada estamos al pie de las cataratas, igual que estos.
Desde abajo es todo más impresionante aún, si es que eso es posible. La lancha se para un par de veces para que admires lo que has visto ya varias veces, desde Brasil, desde la pasarela superior, desde la inferior y ahora en la barca. Da igual, estarías meses mirándolo.




La ducha es brutal, inmensa, absolutamente plena.
Gritamos como niños, reimos como niños.



No se puede ser más feliz.
La gente pide:
- Otra, otra!!
Nos damos 4 duchas.




Volvemos al embarcadero. No nos queremos bajar, queremos volver a chillar, a recuperar tantos años vividos en minucias sin importancia. Lo importante de verdad es empaparse.
En el 4x4 de vuelta dejamos un charquito. Uno dice que ha visto un tucán, el guía alucina y se pasa los 5 km mirando al cielo.
Llegamos al final. Aparece un paraguas rojo y blanco, Nelson regresa.
Ahora hay que andar por aqui y por allá hasta la entrada.
Pues vale, vamos con dos chicas del grupo de Buenos Aires. Ellas les dicen a los demás que:
- Nelson le ha explicado como volver a este mushasho (que soy yo)
Amo este país, donde grito como un niño y soy un muchacho.
Vamos por caminos que parecen adecuados y nos encontramos con unos monos capuchinos y unos Tero-teros, y coatíes



Y cuando ya estmos cerca de llegar a la entrada, hay una pareja parada mirando algo. En estos viajes siempre aprendes que si alguien se para es porque ve algo, y hay que mirar también. Y si, ahí están, lejos pero visibles.




Aparece Nelson:
- Martínez, ha visto al tucán?
- Son dos, Nelson, son dos




Llegamos ya a la entrada/salida. El día va acabando. Es difícil que sea mejor.
En el hotel, de regreso, otro bife de chorizo, con una camarera cómplice que también nos trata bien y nos trae Quilmes en lata aunque de noche, que es todo más elegante, solo dan en cristal.
Pero la lata tiene más.

Día 14. Vienna (VA) 29-7-2022

 Hoy escribo yo esta entrada, aunque no me tocaba. Pero la persona designada se declara incapaz, así que, para no dejarlo ya más tiempo, me ...