miércoles, 3 de agosto de 2022

Día 1. Washington DC 16-7-2022

Alicia ya ha llegado de Berlín, sin novedad pese a la huelga de Ryanair y otras amenazas. Vamos a buscarla al eropuerto y todos a dormir que mañana empieza la aventura.

Cuando vas a Barajas y coges el trenecito automático que te lleva a la Terminal S sabes que el viaje va a molar mucho. Estos vuelos trasatlánticos tienen la ventaja de que salen a media mañana, y no hay que pegarse un madrugón de la pera, pero aún así hay que estar pronto en el aeropuerto.

Dejamos el coche en el Parking del Aeropuerto y enfilamos hacia la facturación, con una cola bastante guapa, para que negarlo. Pero bueno, de repente una empleada abre una cinta de esas que delimitan los pasillos y se lleva a mogollón de gente que estaba delante de nosotros, para facturar en otro sitio. Algunos se van mosqueados (puede que sea una trampa, amigos), y otros ni se mueven, pero aún así avanzamos mucho de golpe. Y en nada nos libramos de las maletas grandes y pasamos la seguridad.

En el trenecito
En la puerta de embarque
Estos vuelos son básicamente un rollo. Estás 9 horas metido en un asiento sin saber si dormirte, ver una peli, mirar el mar por la ventanilla o contar cuantas veces pasan los auxiliares de cabina. Por cierto, que dado que íbamos en la fila 52... de 52 que tenía el avión, alguno se hizo medio amigo nuestro y nos pasaba botellitas de vino subrepticias. Un abrazo, Ali, Serena.

Si encima son este-oeste o viceversa está esa cosa tan bonita que se llama jet lag y que hace que al llegar no sepas que hacer con tu vida.
 
Al llegar al aeropuerto de Dulles, un transbordador espacial muy curioso nos llevó a pasar los trámites aduaneros, que fueron el pestiño esperado, y dejó grabadas para siempre las huellas digitales de nuestros 10 dedos de la mano en algún oscuro archivo de la CIA.
 
 Passenger transfer vehicle at Washington Dulles Airport USA (Photos  Posters,...) #1565895
 
Así que en Washington era bastante más de día de lo que nuestro cuerpo esperaba, y entre ir al hotel, descargar todo, enterarnos de donde estábamos y que es lo que merecía la pena ver, nos dieron... las 6 (en nuestra cabeza ya eran las 12).
Fuimos a un centro comercial
Vimos el arco iris
Nos fuimos a pasear por la orilla del río Potomac
Observamos a las golondrinas de chimenea locales (Hirunda rustica), en su bonita casita


Pero no se hacía de noche ni a la de tres.
Cuando ya por fin empezaba a oscurecer decidimos comer en una taberna que parecía bastante genuina, Mr Smiths, en Georgetown, donde la gente bebía cerveza alegremente en la barra y otros comían en las mesas aledañas.
Nos pedimos lo que pudimos comer, y descubrimos que empezaba a tocar un pianista al que se le podían pedir canciones.
Entre bromas tratábamos de picarnos para pedir alguna, porque salió una chica que desafinaba que no veas y eso nos dio ánimos.
Finalmente Teresa cantó The Gambler, de Fun. El pianista se la aprendió en nada.
 
Nadie le hizo ni caso a nuestra hija. Pero la cantó muy bien
 
Y así acabó nuestro primer día en USA. A las 10 pm hora local. Las 4 am en nuestro cuerpo.




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