miércoles, 17 de agosto de 2022

Día 6. Nashville (TN) 21-7-2022

Despertar en Nashville es casi un sueño. Aunque esta noche hemos aprendido, un poco a la fuerza, la conversión entre grados Farenheit y Centígrados. El aire acondicionado a 71º F está muy frío, pero a 77ª es mucho calor.

Bueno, el caso es que hoy, ya que tenemos coche, vamos a ver la ciudad lo mejor que podamos.

Primero nos vamos a un Farmer's Market, para ver los productos locales y ver si compramos algo de fruta, que por aqui cuesta mucho comerla.

Realmente, como se puede ver, es más un sitio de cacharros y recuerdos que de comida, aunque algo había.

Pero no nos apetecía mucho comprar una calabaza o un melón entero, así que tras darnos una vueltecilla intentamos ir a un mall.

Ardua tarea esa, pues todos los sitios donde creíamos que había un centro comercial, en realidad eran 4 tiendas juntas. Por no hablar del tema de aparcar, con los dichosos parquímetros de monedas por todos lados, complicados de usar si solo tienes billetes.

En resumen, tras varios intentos fallidos de encontrar el centro comercial y de aparcar, decidimos ir a ver el museo de Johnny Cash. Está al lado de Broadway, donde están todos los Honky Tonks.

Alli resulta que aparcar en la calle se hace a través de un sistema al que accedes mediante una app, y que para registrarte te pide un teléfono de EEUU (imposible dar de alta uno de otro país). O sea 

Otra vez a dar vueltas hasta encontrar un parking de los de siempre, con su barrera y sus pisos (pero ya se nos ha ido casi toda la mañana, joer).

Damos otra vuelta por la calle típica, descubrimos que la tienda de discos más famosa de la ciudad (Ernest Tubb) está cerrada del todo.

Ya ni en la ciudad de la música se salvan las tiendas de discos, que pena.

Como se va aproximando la hora de comer, y a la zona donde estamos ya volveremos a la noche para ver a bandas y lo que proceda, volvemos a coger el coche para ir a la zona de Division Street, donde parece que hay bastantes restaurantes.

De nuevo el ya insoportable problema de aparcar mediante app, incluso en aparcamientos grandes. Así que, liándonos la manta a la cabeza, aparcamos en un supuesto parking público sin barreras. Si descarrilla que descarrille.

La comida en un restaurante oriental (Wild Wasabi) es un rato de paz, ya que aparte de que la comida está buena, hay un aire acondicionado que nos hace olvidar por un rato la canícula que cae fuera.

Da mucha pereza volver a salir para enfrentarse con los feroces rayos de Lorenzo, la posible multa en el parking, la sensación de haber perdido la mañana...

Pero bueno, como somos viajeros sacrificados y disciplinados nos encaminamos de nuevo hacia el parking, donde encontramos el coche sano y salvo, sin ninguna receta (aparentemente).

Volvemos al apartamento a reponer fuerzas, ya decididos a dejar el coche allí toda la tarde y movernos en Uber, taxi o lo que sea.

Marga y yo, armándonos de valor, tras recuperarnos un poco con un buen café, decidimos ir (andando) a un supermercado cercano (15 mins buscando desesperadamente la sombra)

Allí compramos cositas para desayunar mañana: galletas, leche..., unas cervecitas para meter en las neveras que vengan, alguna chocolatina o similar, chicles y otros menesteres necesarios para el correcto funcionamiento del espíritu viajero, y facilitar la convivencia entre gente de la misma sangre.

En el camino de regreso buscamos algunos aspersores que nos mojan las pantorrillas, lo que se agradece mucho.

O sea que nos cogemos el Uber y nos vamos otra vez a Broadway st. El ambiente es tan bullanguero como el día anterior, o más (se nota que ya es juernes). Nos acercamos a ver el río Cumberland que marca el final de la calle, en una rotonda de la que salen todo tipo de vehículos absurdos para deleite de los visitantes enloquecidos de la ciudad.




Encontramos al principio de la zona marchosa una tienda con cosas vaqueras bien bonitas, en la que picamos como es debido. Nada de botas o sombreros, pero si un par de camisas y un cinturón.

Por si a alguien le apetece, la tienda se llama Ariat  

Una vez resuelto el tema de compras, hay que empezar a resolver el tema de birras y cena. Así que... allá vamos, Honky Tonks!!.

Entramos en uno que incluía banda con chica cantante, y tuvimos suerte de coger una buena mesa alta para los 4. Así que después de degustar unas birras decidimos quedarnos allí para cenar.

Con una ración de Nachos con queso y guacamole made in USA cenamos los 4, y la acabamos a duras penas.

El local es de varios pisos, y lo exploramos bien. Hay otra banda tocando en el primer piso, y desde la azotea de más arriba se oye la música de todos los locales de alrededor. Una barbaridad.

Para rematar la noche, nada mejor que ir al que auizá es el Honky Tonk más famoso de Broadway, el Robert's Western World.

El local está petado, pero con un par de codazos discretos conseguimos un mini-hueco desde el que ver a la banda que está en ese momento tocando: Kelley's Heroes.

El nivel de estos tres tíos es espectacular.: Contrabajo, guitarra y batería sonando a toda pastilla, y con un virtuosismo más que considerable. Lo pasamos de miedo. 

Este video es de youtube. El siguiente es nuestro.
 

Pero es que además de la buenísima música, lo fascinante del lugar es la gente que lo puebla.
En nuestro video se puede ver a dos vaqueros que bailaban de maravilla, delante teníamos a un personaje con su camisa bandera americana

Teresa con Mr. Barras y Estrellas
 
 Oye, pues que para despedirnos de esta ciudad muy bien. Volvemos dando el paseo nocturno por Broadway, que ya hicimos anoche.
Y nos acostamos felices, con lo mal que había empezado la mañana, la tarde-noche ha sido de lujo.
Mañana a viajar otra vez.





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