viernes, 21 de junio de 2019

Oudtshoorn-Knysna día 5. 14 de mayo 2019

Nos levantamos a las 5:30. Hay que estar donde las suricatas a las 6:30, y aunque está cerca tenemos que recoger todo porque ya no volvemos al hotel.
Tras recoger y llevarnos nuestro picnic de desayuno, buscamos la carretera que hemos de tomar.
Ahí debo hacer un inciso. La noche anterior el tipo del hotel, que era muy majo, nos había explicado en un mapa como llegar al lugar de las suricatas. Una carretera terminaba en un cruce (T-junction) que teníamos que coger a la derecha, y esta a su vez en otro cruce, donde había que coger a la izquierda.
Marga, no se si animada por los efluvios del vino nocturno, no entendió T-junction sino D. Johnson.
Y claro, preguntó con total lógica si siendo aún de noche íbamos a ver la casa de D. Johnson tan fácilmente. Al tío casi le da un ataque de risa.
T-Junction

D. Johnson
 El caso es que entre Junctions y Johnsons llegamos por los pelos, y ya estaban todos tomando su cafelito pre-suricatas, que aunque ardía debimos ingerir con rapidez ya que empezaba a amanecer.
Esto lo organizan los de Five Shy Meerkats, unos tipos geniales que llevan años trabajando con las suricatas (meerkats en afrikaans).
En este tiempo han conseguido que estos animalitos se acostumbren a la presencia humana, incluso a que hables mientras estás cerca de ellas. El caso es que te dan una silla portátil y una manta y te encaminan hacia donde saben que esa noche han dormido las suricatas, porque la tarde anterior han estado vigilando donde se metían.
 
Allá vamos a suricatearnos
Mientras esperamos a que los primeros rayos de sol las vayan despertando, nos van contando como es su vida, qué otros animales de la zona están dentro de los más tímidos.
Los 4 más tímidos (y la suricata el 5º)
La primera
Y de repente asoma la primera, investiga a derecha e izquierda y está un buen rato ella sola, hasta que van animando a salir otras. La familia son 13.
No quiero ser el tío más pesado del mundo hablando de esto, pero las 2 horas y media que pasamos allí no se nos olvidarán nunca. He visto vídeos donde hay gente que llora al verlas, y no me extraña nada. Marga hizo un video a pulso de como iban saliendo, le costó que le dolieran las muñecas todo el día, y la estabilidad deja bastante que desear. Pero es tan bonito, que os lo dejo aqui.

Y además, unas cuantas fotos






















Lógicamente, después de esto ya habíamos hecho el día, casi el viaje entero.
Aún así, nos cogimos el coche y os fuimos a las Cango Caves, unas cuevas de estalactitas y estalagmitas realmente espectaculares.


En estas cuevas hay dos tipos de visitas: la normal, para gente sin inquietudes subterráneas, como nosotros, y la de aventura, para exploradores con bemoles. Resulta que hace unos años, en esa visita de aventura, en la que te deslizas por estrechos sifones y reptas por pasadizos muy bajitos, se apuntó una señora de considerable volumen que tras el primer deslizamiento decidió que aquello no era lo suyo.
El guía le dijo que se quedase en una cámara, mientras los demás continuaban, y ya la recogerían a la vuelta. Pero en el intervalo la mujer se sintió muy sola y se lanzó por el sifón a buscarlos, con el resultado de que se atascó.
Cuando los de abajo quisieron salir, la salida estaba bloqueada por una desesperada señora incapaz de moverse. Y era imposible también empujar desde abajo. En resumen, el circuito aventura, de unos 90 minutos de duración, aquella vez duró 11 horas.
No se pueden quejar, ni siquiera les cobraron extra por una super aventura así.













Tras las bonitas cuevas nos vamos a ver la cascada de Rust-en-Vrede. Hay que coger un camino de tierra de unos 12 km, pero es una pista que está bastante bien. Luego pagas tu entrada correspondiente, como no, pero merece la pena el rinconcito. Además, el camino es bonito y no hay nadie por los alrededores.
Allí en la cascada nos zampamos los bocatas, y una vez recuperadas las energías volvemos a Oudtshoorn, para desde allí ir a George y a Knysna, donde dormiremos



Para ir a George hay que pasar por otro puerto espectacular en la montaña, que en este caso se llama Outeniqua Pass. Nos paramos porque es una preciosidad
Outeniqua Pass. Vista hacia la montaña

Outeniqua Pass. Vista hacia el mar



























Por fin llegamos a George, y desde allí nos vamos a Knysna por nuestra añorada N 2 de nuevo.
Knysna es una ciudad al borde de una bahía espectacular, y llegamos sobre las 5 de la tarde, cuando el sol ya empieza a bajar. ¡¡Ostras, no!!, hay que ir a The Heads a ver la puesta del sol, eso todo el mundo lo recomienda.
Dejamos las maletas en la habitación, que está en un extraño pasillo en forma de columna vertebral o algo así, y nos vamos zumbando a The Heads, que está al otro lado de la bahía

Y llegamos justo a tiempo. Pensábamos que la puesta del sol sería sobre el mar, pero no, al revés, es en tierra.





En fin, que sin palabras otra vez.
Cenamos en el Waterfront de Knysna, en el restaurante O Pescador, que lo fundó un portugués ya hace unos años. Un pescado estupendo, el Kingklip, probablemente el pescado más popular de Sudáfrica. Está muy bueno.

Kingklip
Mañana nos vamos a hacer rutas, a chospar un poco por ahí.
Y nos espera una sorpresa. Pero eso ya en el siguiente post.



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