jueves, 20 de junio de 2019

Knysna-Tsitsikamma-Knysna dia 6. 15 de mayo 2019

Hoy no hace falta madrugar mucho, pero la costumbre nos tiene ya de pie a las 7:30.
Desayunamos rodeados de hindúes, que habían invadido el hotel la tarde anterior, y rodeaban nuestra habitación. Como se conocían todos, había un trajín entre las habitaciones impresionante. Y estos no son de los que hablen bajito.
En el desayuno tratamos de no equivocarnos y comernos lo que toman ellos.
Cogemos nuestro fastuoso buga, la mochila con las cámaras, jerseys, gorras, etc, y hala, al campo.
La salida de Knysna es bastante impresionante. Está todo lleno de gente andando por los arcenes de la carretera para ir al trabajo. Todos, sin excepción, son negros. La mayoría viven en los asentamientos que rodean la ciudad, que en muchos casos no son muy distintos de un poblado de chabolas.
Nuestra idea es hacernos una ruta en el parque nacional de Tsitsikamma, una de las joyas de la Garden Route, y luego ir a ver Birds of Eden, una reserva de pájaros bien chula.
Entramos en el parque, pagando la correspondiente tasa (que se paga con gusto, el lugar es muy prometedor), y nos disponemos a hacer el Waterfall Trail. Son 6 km solo, pero ya advierten que tardas un mínimo de 3 horas. Nosotros tardamos un poco más... y gracias.
El camino inicialmente transcurre por el bosque, muy cerca del mar, y se disfruta un montón.













El problema es que enseguida se mete entre rocas, al lado del mar, para llegar a la llamada Guano Cave, una bonita hendidura en la roca.











Se continúa en parte por rocas, en parte por camino de tierra. A veces hay ayudas en forma de escaleras de madera o plataformas, y el entorno es fantástico. Pero yo voy notando que las rocas me miran mal.
Tras un buen rato llegamos a la cascada. Tremenda, con poquita agua, pero muy raro de ver una cascada que acabe en el mar. ¡¡El esfuerzo ha merecido la pena!!



Nos tomamos un pequeño refrigerio para coger fuerzas para volver, y allá que vamos.











Y entonces es cuando ocurre lo inseperado, la sorpresita del viaje. Marga va delante marcando el paso, yo detrás con la mochila. De repente, sin saber ni como, me encuentro en el suelo, y lo peor, la mochila me hace rodar y caigo hacia... ni idea.
Esos 0.3 segundos son bastante horripilantes, asi, que grito un poco por aquello de desahogarse. Cuando Marga se vuelve solo ve a un inútil cayendo entre las rocas.
En fin, para no extenderme en el relato, una caida de 1.5 m aproximadamente, a plomo: 3 dientes rotos, herida sangrante en la mano, magulladuras por doquier, gafas casi rotas... y orgullo por los suelos.
Lo que vulgarmente se diría: Me dejé los piños en Sudáfrica.
A partir de ahí fue todo un poco renqueante. Pero como no tenía huesos ni vísceras rotas, llegamos al punto de salida.
Intentamos ver si me podían curar un poco la mano en un First Aid Kit, pero era una vergüenza y no había.
Así que nos fuimos con el coche al poblado, porque también era la hora de comer y hacía hambre.
Unas amables rangers del parque me pusieron una venda en la herida, que me duró unos 15 segundos, porque lo suyo no eran los primeros auxilios. Compré también una camiseta del parque, porque la mía, gris clarito (ver foto de arriba) había quedado hecha un asco, llena de líquenes, tierra y demás habitantes de la roca en la que me había estampado.
Pero mientras había pajaritos preciosos a los que fotografiar
Tras comer bastante bien, decidimos que una cosa así no iba a estropearnos el viaje, vamos, ni de coña. Así que nos fuimos a hacer la ruta más famosa de Tsitsikamma, la Mouth Trail, que es muy cortita y lleva a unos preciosos puentes colgantes.
Marga trata de animarme, jeje

Observa el puente colgante, cariño


Pero, ¿como rayos me he metido semejante yoya?










También por allí hay dazzies, esas ratitas tan simpáticas que vimos en la Table Mountain.
Como el día se ha nublado bastante, y no solo en sentido figurado, decidimos volvernos al hotel para hacer una cura decente del ecce homo.
Lo de los pajaritos para otra ocasión.
En frío todo duele un poco más, así que cura con mucha paciencia de Marga en el hotel, una pizza riquísima para cenar, regada con una IPA local
Y a dormir, que mañana hay que madrugar otra vez, pues ya devolvemos el coche en el aeropuerto de George, y nos cogemos un avión a Johannesburgo

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