Sudáfrica tiene fama de insegura, los coches circulan por la izquierda y las carreteras a saber como están. Pero es la mejor forma de visitar la famosa Garden Route.
Cerramos las maletas y nos vamos a la compaía de alquiler. Hemos tenido la precaución de pedir un coche con cambio automático, porque eso de cambiar de marcha con la mano izquierda como que no mola.
Tras ciertos incidentes tarjetiles, nos dan por fin el coche, un Nissan Almera con un hermoso maletero.
Nuestro Nissan Almera |
En 5 minutos todo superado, cogemos la Nelson Mandela Boulevard y en nada estamos en la N-2, rumbo al este (en España es igual, la N-2 te lleva a Barcelona)
Todo va bien hasta que a unos 100 km de Cape Town vemos luces de la poli, y la autovía está cortada.. Hay un desvío a la derecha que nos lleva a vaya usted a saber donde.
Con resignación lo tomamos y vamos todos en fila como patitos tras mamá pata, que es un enorme camión doble (allí casi todos los camiones son dobles).
El camino es bonito, cerca del mar y tal, pero bastante coñazo (¿se puede decir coñazo en un blog?).
Además no sabemos hasta donde llega el corte ese, ni cuando llegaremos de nuevo a la N2.
Por fin, tras más de una hora de recovecos y cruces donde no sabes a qué lado mirar, volvemos a la N2.
Nuestro guía del sábado, Mark, nos había recomendado parar en un sitio de impronunciable nombre, al lado de una gasolinera, a tomar un refrigerio.
Alli que nos tomamos un sandwich y un cafelito, en un sitio muy picoleto llamado Oumeul.
Cambiamos de conductor y se pone al volante la intrépida pilota Margarita, que no veas como rula.
Yo aprovecho para hacer algunas fotos del paisaje que vamos viendo, que es bien bonito. Campos cultivados y algo de ganado cerca, montañas al fondo. El mar queda a nuestra derecha, pero bastante lejos.
Y fábricas de pienso |
Nos metemos hacia zonas montañosas, que cruzamos por el llamado Robinson pass, un puerto espectacular. Allí mismo se nos cruza una familia de babuinos (estos bichos están por todas partes)
Finalmente, ya casi anocheciendo, llegamos a nuestro destino. Queremos visitar los palacios de plumas de avestruz de Oudtshoorn, pero como no nos enteramos de nada no los encontramos. Tampoco nos gusta mucho el ambientillo del lugar, por lo que nos vamos a nuestro alojamiento, un lugar idílico llamado De Denne.
Está rodeado de granjas de avestruces, y el atardecer al lado de la piscina, con una cervecita, es de lo mejor del día.
Para terminar este largo día, una opípara cena en el alojamiento (solo estamos nosotros y una familia que habla alemán).
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Nuestra habitación en De Denne |
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El estupendo vino de la cena |
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