sábado, 29 de junio de 2019

Y vuelve a picar el gusanillo viajero

Octubre de 2018. Mientras zanganeo un poco en la web (para variar), me salta una oferta de viaje, como tantas veces. Luis ya se ha vuelto de Qatar Airways, así que se acabaron los chollos, pero también la angustia de si tendremos plaza en el avión o no.
El caso es que el precio parece muy bueno, casi excepcional. Llamo a Luis para que me diga qué le parece, sin más explicaciones. Se ríe: ¡¡Es muy barato!! No digo más, pero la neurona entra en sinapsis crónica.
- Oye, Marga, ¿y si...?
-¡Ya estamos otra vez! haz lo que te de la gana, pero a saber donde vamos a estar en mayo.
- Bueno, el seguro de anulación no es tan caro...
Y como siempre estas cosas, al final se trata de hacer click bastantes veces y rellenar formularios... pan comido.
- Que sea un secreto por ahora. Que luego nos echan la bronca por no llevarles a ellos.
- De acuerdo, hasta Navidades ni mu.
- Gente, nos vamos a Sudáfrica, si todo va bien (Ya son las Navidades, en los blogs el tiempo pasa muy deprisa).
- ¡Hala!, ¡que morro!, ¿y eso?, ¿y otra vez no nos llevais?
Bueno, esas cosas que pasan cuando das un poco de envidia.
Contactamos con una estupenda agencia local sudafricana, Rhythm Africa Tours, que nos organiza un viaje con muy buena pinta. Negociamos un par de cosas, ya puestos nos vamos a ver las cataratas Victoria, alquilamos un coche (que canguele)...
Pues nada, a esperar a que pase el condenado invierno, media primavera, la Semana Santa.
Antes, ya hemos comprado la guía a mi primo, antes de que cierre su librería (snif), que el hombre se jubila y se va a convertir en una pizzería.
Y hemos estado con unos amigos que acaban de volver de alli, y vuelven encantados.
También vamos a Sanidad para que nos hablen de vacunas, y sobre todo de malaria. Porque en algunas zonas la hay, así que nos tocará tomar el famosos Malarone.
Contratamos un seguro con IATI seguros, a los que ya conocíamos de Argentina.
Y así, poco a poco, va pasando el tiempo y llegamos al día D. No ha habido incidencias de relevancia, así que a hacer las maletas, pasar lista a lo que necesitamos, coger el coche, llevar a la perra a Madrid, que maldita la gracia que le hace otra vez.
A dormir, que el madrugón mañana es de los que no se olvidan.






viernes, 28 de junio de 2019

Cape Town día 1. 10 de mayo 2019


Suena el despertador a las 3:30
Pero, ¿esto que es?
Que si, que nos vamos de viaje lejos.
A dejar el coche en el aeropuerto. Cuando estamos a punto de llegar, Marga se da cuenta de que se ha olvidado el teléfono en casa
Pues ya no da tiempo a volver, que el avión para Amsterdam sale enseguida. Al final será casi una ventaja, porque te deja disfrutar totalmente de todo.
El vuelo va a ser muy largo, porque primero vamos al norte para luego bajar al sur.
Pero bueno, como el vuelo es diurno y tenemos asiento con ventanilla, se pueden ver bastantes cositas desde lo alto
Alpes nevados

Niza

Lagunas desecadas en Argelia

Cultivos circulares en el desierto


Sombra de la estela del avión en tierra























Tras 11 horas de vuelo llegamos a nuestro destino, Ciudad del Cabo. A nuestro lado ha viajado una simpatiquísima sudafricana, Marrrrlena (con muchas erres), que vive en De Aar criando ovejas merinas. Viene de hacer la parte final del camino de Santiago, y nos cuenta que no había hablado tanto inglés en años (ella habla afrikaans normalmente, una curiosa mezcla de holandés, lenguas nativas africanas e inglés).
En el aeropuerto, esta vez si, hay una persona con un cartel con mi nombre, que nos va a llevar al hotel. Volvemos a ver a Marrrlena, que nos presenta a su marido, y nos dice que su maleta se ha quedado en Amsterdam, pues vaya gracia, oiga.
Llegamos muy de noche, aunque no son aún las 22 h. Una preciosa luna en cuarto creciente nos recibe. A dormir que ya es muy tarde. Mañana empieza la aventura

miércoles, 26 de junio de 2019

Cape Town día 2. 11 de mayo 2019

Dormimos estupendamente en una cama enorme, y tras un desayuno generoso nos disponemos a ver Ciudad del Cabo con un guía que viene a recogernos: Mark Fortuin
En esta ciudad hay un sitio clave que hay que vistar siempre: Table Mountain.
En cuanto el día esté despejado hay que subir, porque se pueden echar las nubes y no ver nada desde arriba.
Mark lo tiene claro. Hace un día estupendo, a la Table de cabeza.



 

Mark Fortuin

















































Teleférico de la Table Mountain


















Llegamos al pie de donde sale el curioso teleférico rotatorio que te sube, y encima hay poca cola. Así que nos vamos para arriba.
Esta montaña rocosa plana está incluida dentro de las nuevas 7 maravillas naturales del mundo 
Ya, que cuales son las 7 maravillas originales, no?. Pues estas. (Por cierto, en breve estaremos en una de ellas también).
La vista desde arriba es impresionante. Estas fotos hacen justicia a duras penas, pero algo es algo.
A la izquierda, la Cabeza de León. Al fondo Robben Island




Es para quedarse un buen rato, y eso hacemos, mientras vemos algunos animalitos (nos vamos a hinchar a verlos en este viaje). Los más curioso son los Dazzies, una especie de ratas regordetas sin rabo, que te piden, o roban, comida con una jeta considerable.
Dazzie acechando a Marga
Bajamos y nos lleva Mark a cambiar dinero en un semisótano de un conocido en el que no hubiéramos entrado ni de coña si vamos solos. Pero el cambio es bueno y nos lanzamos. Acertamos porque ya no tendremos que cambiar más en todo el viaje.
De alli nos vamos al Old Biscuit Mill, un centro comercial cool y bastante vintage, que antes era una fábrica de bollos. Un error, aquello está petadísimo, y lleno de gente guapa. O sea, que no pegamos nada. Mark lo detecta pronto y nos propone ir a comer a la orilla del mar, a Camps Bay.
Old Biscuit Mill
Camps Bay es una preciosa playa, desde la que puedes ver muy bien los llamados 12 apóstoles. Son unas formas rocosas prominentes que se ven desde el mar, y que un marinero experto en matemáticas dijo que eran 12, como los apóstoles, pero deben ser 16 o 17. Algún apostolillo menor que quería su roca también.
Camps Bay y al fondos los 12 apóstoles


Super papeo en Camps Bay












Tras ponernos como el Quico recorremos la costa con Mark, bajo un sol de justicia, viendo también las mansiones que se han hecho algunos por allí. Quizá sean los barrios más caros de toda Sudáfrica.

Por la costa con Mark
Barrio de casas de colores, con la Table Mountain al fondo

Y de ahí a ver las casas de colores, en un pequeño barrio que es ahora la zona musulmana de la ciudad
Y terminamos viendo el ayuntamiento, el parlamento y el castillo, que más bien es un fuerte. El edificio más antiguo de Cape Town, del siglo XVII, es ese fuerte.

Ayuntamiento (vease estatua de Mandela en el balcón)

Castillo y omnipresente Table Mountain
Y por fin vamos al District Six, un barrio de la ciudad en el que el odioso régimen del apartheid obligó a dejar sus casas a miles de habitantes negros en 24 horas. No solo se fueron con lo puesto, sino que luego todo fue demolido.
Ahora quedan solares, algunos han vuelto y van edificando casas.
Y además, gallinas de Guinea
Gallina de Guinea en District Six

Terminamos este estupendo día yendo a cenar al Waterfront, que es el puerto deportivo de Cape Town, donde nos tomamos pasta y un carpaccio delicioso.

martes, 25 de junio de 2019

Alrededores de Cape Town día 3. 12 mayo 2019


Hoy nos toca excursión en grupo. La única en todos estos días.
Nos recoge un minibus en el hotel, y poco a poco vamos formando el grupo: 3 canadienses, 2 brasileñas, una australiana, una taiwanesa y un francés que vive en Bilbao y habla perfectamente español.
El guía y conductor es un tipo enjuto de cerca de 60 años, en plena forma, que parece casi un aventurero de película.
Al principio hacemos el mismo recorrido que el día anterior con Mark, pero al revés. Salimos por Camps Bay otra vez y nos vamos rumbo a Hout Bay, donde hay una colonia de focas.
El guía habla por el micrófono y se le entiende a duras penas, por lo que debe preguntar si alguien quiere hacer la excursión en barco a ver las focas. Al no recibir respuesta deduce que nadie, y llegamos al sitio correspondiente para parar solo a echar un pis.
Pero claro, hay dos españoles inútiles que si que quieren hacer la excursión de las focas, y que trastocan sus planes un poco.
Sale zumbando a comprarnos los billetes y nos subimos al barquito mientras los demás se quedan por el puerto matando el tiempo.
Tipo con foca en Hout Bay






Colonia de focas







El paseo es muy agradable, vemos saltar delfines a nuestro lado, un par de chinos están a punto de caerse al agua, hay colonias de cormoranes también. En fin, mucho mejor que quedarse en el puerto a comprar bobadas.
Volvemos por fin, tras unos 45 minutos, y apenas hay miradas asesinas.
Sigue la ruta por carreteras escarpadas, con unas vistas imponentes sobre la bahía.
Paramos en un mirador a hacernos unas fotillos.


Vamos hacia el parque natural del cabo de Buena Esperanza. Que no es el punto más al sur de Africa, pero si el más famoso.
La verdad es que dan ganas de pararse cada dos por tres en el viaje, pero cualquiera dice nada después de la que hemos liado con las focas.
Hay playas preciosas, ríos, curiosos asentamientos, de todo.
Llegamos por fin al parque natural, y hay cola para hacerse la foto en el cartel correspondiente.
La gente se baja del coche o del bus, se hace la foto y se vuelve a subir.
Pues vaya birria. Nosotros subimos por unos pedrolos (algo que marcará días después este viaje) y estamos a punto de llegar tarde otra vez al bus. Menos mal que el francés y un canadiense están con nosotros.
La foto en el letrerito, desde atrás

Foto en cartelito alternativo, mucho más fácil
En la zona final, donde hay un faro (bueno, dos faros, porque hicieron uno a demasiada altura y con las nieblas de la zona no se veía y más de uno embarrancó. Asi que luego hicieron otro más abajo)
Allí paramos a comer, pero con un grave peligro: Los babuinos!!!
Estos monos de generosos colmillos se han vuelto muy audaces y te roban la comida, y si te resistes te muerden o arañan, lo que no mola nada.
Babuino acechando

Otro babuino en las alturas















Comemos el bocata dentro del bus, con un calor de la pera, pero a salvo de estos bichos.

Una vez comidos, nos vamos a ver los faros. Se puede ir en funicular, pero realmente no merece la pena. Sudas un poco, pero todo por el fitness.
Faro de arriba

Faro de abajo

Cartel de pajarracos locales
Ya nos encaminamos a la playa de Boulders, donde hay una colonia de pingüinos muy chula.
la playa es preciosa, de arenas blancas y rocas, y los pingüinos paracen muy felices a los 25ºC que estamos.














De Boulders nos vamos al jardín botánico de Kirstenbosch, un lugar precioso, que visitamos casi al atardecer.
A la entrada hay una exposición de los tipos de Protea que crecen en el país. La Protea es la planta nacional sudafricana, en particular la King Protea.
Tipos de Protea
El guía dijo que había que poner ahí la cabeza...
King Protea


El jardín es una delicia, e incluso hay un paseo por las canopys, o sea, por las copas de los árboles, en un bonito puente colgante.
 Total, que se nos va el día, pero aún nos queda la cena, que ya que mañana ya nos vamos de aqui queremos hacerla a lo grande. Reservamos en el restaurante Marco's, para comer cosas africanas y ver música en vivo mientras comes. 
Y lo pasamos francamente bien, oiga.

Carnes de kudu, impala y cocodrilo


Cape Town-Oudtshoorn dia 4. 13 de mayo 2019

Llega el lunes, y con el uno de los temores que me tenía a veces obsesionado del viaje: Vamos a alquilar un coche.
Sudáfrica tiene fama de insegura, los coches circulan por la izquierda y las carreteras a saber como están. Pero es la mejor forma de visitar la famosa Garden Route.
Cerramos las maletas y nos vamos a la compaía de alquiler. Hemos tenido la precaución de pedir un coche con cambio automático, porque eso de cambiar de marcha con la mano izquierda como que no mola.
Tras ciertos incidentes tarjetiles, nos dan por fin el coche, un Nissan Almera con un hermoso maletero.
Nuestro Nissan Almera
Salir de Cape Town tiene su intríngulis. Las rotondas son al revés, si vas despacio te pones a la izquierda, por las carreteras anda la gente en los arcenes...
En 5 minutos todo superado, cogemos la Nelson Mandela Boulevard y en nada estamos en la N-2, rumbo al este (en España es igual, la N-2 te lleva a Barcelona)
Todo va bien hasta que a unos 100 km de Cape Town vemos luces de la poli, y la autovía está cortada.. Hay un desvío a la derecha que nos lleva a vaya usted a saber donde.
Con resignación lo tomamos y vamos todos en fila como patitos tras mamá pata, que es un enorme camión doble (allí casi todos los camiones son dobles).
El camino es bonito, cerca del mar y tal, pero bastante coñazo (¿se puede decir coñazo en un blog?).
Además no sabemos hasta donde llega el corte ese, ni cuando llegaremos de nuevo a la N2.
Por fin, tras más de una hora de recovecos y cruces donde no sabes a qué lado mirar, volvemos a la N2.
Nuestro guía del sábado, Mark, nos había recomendado parar en un sitio de impronunciable nombre, al lado de una gasolinera, a tomar un refrigerio.
Alli que nos tomamos un sandwich y un cafelito, en un sitio muy picoleto llamado Oumeul.


Cambiamos de conductor y se pone al volante la intrépida pilota Margarita, que no veas como rula.
Yo aprovecho para hacer algunas fotos del paisaje que vamos viendo, que es bien bonito. Campos cultivados y algo de ganado cerca, montañas al fondo. El mar queda a nuestra derecha, pero bastante lejos.




Y fábricas de pienso
Llegamos a Mosselbay, otra vez a la orilla del mar, pero no logramos encontrar un sitio bonito para hacer fotos, por lo que estiramos las piernas y cojo yo el coche otra vez para hacer los últimos 70 km, hasta Oudtshoorn.
Nos metemos hacia zonas montañosas, que cruzamos por el llamado Robinson pass, un puerto espectacular. Allí mismo se nos cruza una familia de babuinos (estos bichos están por todas partes)
Finalmente, ya casi anocheciendo, llegamos a nuestro destino. Queremos visitar los palacios de plumas de avestruz de Oudtshoorn, pero como no nos enteramos de nada no los encontramos. Tampoco nos gusta mucho el ambientillo del lugar, por lo que nos vamos a nuestro alojamiento, un lugar idílico llamado De Denne.
Está rodeado de granjas de avestruces, y el atardecer al lado de la piscina, con una cervecita, es de lo mejor del día.







Para terminar este largo día, una opípara cena en el alojamiento (solo estamos nosotros y una familia que habla alemán).

Nuestra habitación en De Denne

El estupendo vino de la cena
Y a acostarse pronto, que mañana hay que madrugar mucho porque tenemos uno de los momentos estrella del viaje: Las suricatas.







Día 14. Vienna (VA) 29-7-2022

 Hoy escribo yo esta entrada, aunque no me tocaba. Pero la persona designada se declara incapaz, así que, para no dejarlo ya más tiempo, me ...